Francisco Granados Lerena, alcalde de Valdemoro de 1999 al 2003 y exdirigente del Partido Popular detenido e imputado el pasado 27 de Octubre en el marco de la Operación Púnica, ha hecho llegar por medio de su abogado una declaración pública en la que acusa directamente, a su gran protectora durante sus largos años de gobierno en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
En su exposición manuscrita, cargada de disculpas y de arrepentimientos, se refiere a la que fue su jefa, como: “Una maestra en el arte de intrigar y una política pragmática que me enseñó todo lo que practiqué en mis años de gobierno en la Comunidad Madrileña. Comprendo que lo niegue, pero siempre estuvo al tanto de mis actividades y en ella tuve a la mejor consejera, y un continuo respaldo, mientras yo le convení. Solía decirme que yo le recordaba a ella misma cuando empezó en esto de la política, pero que me faltaba su cautela, su frialdad y su tacto para borrar el rastro de lo que no debía saberse. Pero que mientras no se descubriera nada irregular en mi contra, ella me apoyaría, porque en cierta forma me estaría siempre agradecido por ayudarla en su llegada a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Palabra que no siempre cumplió”.
Esta referencia de Francisco Granados a la llegada de Esperanza Aguirre a la jefatura de la Comunidad Autónoma Madrileña, parece hacer referencia al llamado Tamayazo. El 10 de junio del 2003, dos socialistas elegidos en las elecciones a la Asamblea de Madrid, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, se ausentaron de la votación que iba a nombrar a Rafael Simancas (PSOE) Presidente de la Comunidad, certificando el acuerdo con IU. Los dos resultaron ser tránsfugas y todas las sospechas recayeron sobre el PP, curiosamente la Comisión de Investigación fue presidida por el propio Francisco Granados, y a su término quedó exculpado el Partido Popular. La repetición de las elecciones aupó a Esperanza Aguirre a su primer mandato. Granados fue nombrado ese año Consejero de Transportes, por intermediación de su jefa, al año siguiente y hasta 2011, Secretario General del Partido en Madrid, luego Consejero de Presidencia de 2004 a 2008, y finalmente Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de 2008 a 2011.
Parece bastante extraño, a tenor de los nuevos datos, que Esperanza Aguirre, jefa y promotora política de uno de los hombres fuertes bajo su mandato, no estuviera al tanto de la actividad presuntamente delictiva de quien llegó a ser su número dos, y que llevó a cabo durante tantos años y en puestos de tanta importancia dentro de la Comunidad Autónoma de la que ella era cabeza visible.
Con esta declaración Granados señala directamente a la presidenta del PP madrileño, en lo que supone una venganza velada, tal vez por no nombrarlo su delfín a su salida de la Comunidad Madrileña, y relegarlo a un segundo plano en favor de Ignacio González que la sucedió en septiembre de 2012. Quizá, como apuntan algunas voces oficiosas, una estrategia para colaborar con la investigación, desenmascarar una trama de corrupción más profunda y de mayor alcance que afectaría a la propia Aguirre, y así conseguir una rebaja en su futura condena.