El día que cambió la Historia, como fue bautizado en las redes sociales el viernes pasado, cuando, durante la celebración del día del Orgullo Gay en diferentes ciudades del Globo y a diferentes franjas horarias, decenas de ovnis aterrizaban en plena calle y en algunos tejados de los edificios más altos e iban descendiendo seres azules, grises o reptilianos, haciendo alharacas y gestos que denotaban que sabían que las cámaras de medio mundo los estaban grabando, y que además el hecho parecía agradarles.
Después, como si fuera un plan colectivo y acordado, cada raza extraterrestre, ante el silencio y estupor que fue causando su presencia, rompió el hielo poniendo extrañas y cautivantes melodías, para a continuación cada una de ellas ejecutar, lo que la mayoría de analistas coincidió en describir como un primitivo baile ceremonial, entrelazado a pesar de su diversidad, y amigable en su homogénea expresión. Quizá su embrujo pueda explicar que los ataques al corazón de la audiencia, fueran menos de la mitad de los previstos por los expertos, y que en lugar de histeria o alegría, la muchedumbre que los atestiguaba se quedaran petrificados y sin capacidad de reaccionar.
Antes de irse, comenzaron a operar aparatos tecnológicos desconocidos y extravagantes, dejando algunos de ellos en su rápida partida, como si diseminaran los elementos de un puzle-regalo dejado para que la humanidad pudiera descubrir y utilizar una verdad trascendente. Pero eso sí, marchándose antes de que el público osara acercarse demasiado y pudiera tan si quiera abordarlos.
Han pasado ya treinta y tres días, y la Opinión pública ha desgranado centenares de teorías. Primero el shock pareció cambiarlo todo y provocar todo tipo de estampidas alarmistas y liberadoras, pero la vehemencia con la que se pronosticaban unos y otros, ha quedado ensombrecida por la ausencia de noticias sobre el origen y razón de aquellos seres extraños. Pero sus efectos parece que no han sido del todo en vano, ya que una gran parte de la humanidad parece haber cambiado sus prioridades, unidos por una exponencial demanda social nueva, pidiendo un nuevo sistema social, antes de que los alienígenas retornen.
Para muchos porque cuando lo hagan será para castigarnos por cargarnos este planeta, o en su defecto conquistarnos por todos los medios imaginables. Para otros, simplemente, el mayor hito de la humanidad, se truncó por llegar en mitad de una expresión que los desagradó, como a cualquier persona decente, y que su falta de noticias se puede interpretar como un agravio y que no volverán, porque habrán creído que la humanidad es homosexual, y eso a ojos de los aliens, tampoco está bien.
Lo único cierto, hasta que decidan volver a aparecer, es que los científicos de todo el mundo no logran descifrar la tecnología ni la razón de los objetos dejados atrás como presente, y que la única teoría que parece unirlos, es aquella que hace hincapié en que el color de los objetos, su disposición geográfica, y el encaje de sus piezas, formaría un inequívoco arcoíris, como si por ahora, sólo hubieran venido para reconocer un derecho, y disfrutar de la fiesta. Quizá las dudas se disipen el año próximo, cuando muchos vaticinan que volverán en idéntica fecha, y entonces, resolverán nuestras dudas.