El rumbo de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, FMI, ha tomado una dirección inesperada. Christine Lagarde que la semana anterior ya causó indignación y estupor, declarando que: “Los ancianos viven mucho y eso es un riesgo para la economía global… ¡Hay que hacer algo ya!” Se levantó esta mañana con el pie cambiado, o quizá sería la medicación; ya que contrariando su línea ideológica y temática, desde que en Junio de 2011 llegara a la presidencia de la entidad, afirmó que debía admitir que las previsiones y consejos que el FMI había realizado desde el estallido de la crisis habían sido erróneos y agravado la situación económica y social del mundo.
Recordamos a los lectores que las eufemísticas recomendaciones, han sido de hecho instrucciones detalladas a los países para implementar una política basada en la contención del gasto público, reformas laborales y bajada de salarios a las clases medias, priorizando el rescate de los bancos con fondos públicos e incentivando la privatización del sector público. Lo que muchas voces antisistema consideraron un plan orquestado y planificado para aniquilar el llamado Estado del Bienestar europeo y así comenzar un nuevo orden mundial.
Y sin embargo, esta mañana se desdijo e incluso aconsejó a los gobiernos una reforma laboral que incremente el Salario Mínimo, dependiendo de los países de entre dos y cuatro veces su valor actual, para así rescatar la economía de las familias y el consumo global. Única receta, advirtió, para preservar los derechos adquiridos por el ciudadano y poner una barrera a la injusta tendencia de la economía a crear más distancia económica entre ricos y pobres.
Seguidamente abandonó la rueda de prensa que había convocado sorpresivamente y dejó a las decenas de medios de comunicación con muchas preguntas sin contestar. Fuentes del FMI, han calificado la actuación de su presidenta, como de una broma pesada. En otros corrillos, sin embargo se oía decir que habían llegado a sus oídos, los motes ofensivos que le dedicaba la calle, y que en un ataque de ansiedad pidió la comparecencia, porque su conciencia le impedía seguir engañando a la gente.