Elizabeth Alexandra Mary, más conocida como Isabel II, acaba de anunciar, con su característica flema inglesa, que ante el próximo fin de su reinado, y tras pasar a la historia como la monarca que modernizó la institución monárquica, desea establecer una regla ejemplar, para todos aquellos que, dentro de la familia real, puedan optar al trono en el futuro.
Dicha prerrogativa supondrá que todos los miembros de la realeza inglesa, por sangre o por casamiento, deberán pasar, en el transcurso de su formación y antes de su mayoría de edad, un año acogidos en el seno de una familia humilde. Requisito sin el cual, no podrán optar, en ningún caso a la sucesión, y por extensión a representar en ningún acto a la Corona Británica.
La elección de la familia, añadió, será determinada por el azar y exclusivamente se atenderá a razones económicas adversas, sin tener en cuenta raza, ideología, religión u otra connotación social, siempre que dicho núcleo familiar resida dentro de las fronteras del Reino Unido, y acepte llevar en estricta confidencialidad y secreto, la real naturaleza y alta procedencia del nuevo miembro familiar de acogida.
Así mismo, aseguró, las fuerzas de seguridad y el servicio secreto, estará al tanto de la situación, para que no ocurra ningún incidente desagradable y para la protección, tanto de la familia de acogida, como del menor de sangre azul. Hecho que no podrá ser utilizado por el infiltrado real, para hacer llegar mensajes, ni peticiones de favores, tanto a sus verdaderos familiares, como a los agentes que estén custodiando la situación, para evitar los rigores de una prueba tan decisiva en la forja de su carácter.
La disposición también contempla la prohibición expresa de que ningún medio de comunicación publique reseña alguna, en el supuesto de que se llegara a saber la verdadera identidad del menor acogido. Acuerdo que ya ha sido promulgado y jurado por todos los medios de comunicación del Reino Unido.
La medida extraordinaria y novedosa, afirmó la Reina Isabel II, es un paso decidido para acercar a la Institución monárquica a la realidad social y al pueblo llano, del que procede su poder; y así asegurarse que los futuros monarcas experimenten en carne propia la suerte que tienen y que en su futura vida sean más justos y dignos.
La sorprendente noticia ha hecho aumentar la popularidad de la Monarquía con manifestaciones sinceras y espontáneas a lo largo y ancho del Reino Unido, con estallidos de sincero alborozo. Y disparado los rumores y los comunicados de prensa de todas las Casas Reales del viejo continente, en las que afirman que tienen en cuenta la medida y no descartan su inmediata aplicación, a imitación del nuevo modelo anglosajón.